Despertó
pasiones, reavivó conciencias, creó esperanzas y alimentó sueños, tal vez una
de sus habilidades más sobresalientes fue la de sacar del letargo de las mentes
adormecidas por el narcótico politiquero que durante décadas habían
administrado los políticos de oficio al pueblo haciéndole creer que solo habían
dos alternativas que tenían sentido y viabilidad para administrar la nación.
Como buen
militar fue un hombre de confrontaciones y al parecer disfrutaba el hecho de
tener que dirimir sobre el terreno de las realidades las batallas de la vida, políticamente
fue un verdadero zorro y ganó cada uno de los choques frontales contra sus
oponentes, su bandera fue enarbolada con la consigna de proteger a los desposeídos
y enfiló sus baterías a la conquista de la felicidad de quienes nunca la habían
disfrutado, esto por supuesto genero una simpatía de las grandes mayorías,
creando un fervor en las masas sin parangón en la historia contemporánea de los
pueblos, que derivó en apoyo sin limitaciones y objeciones, todo lo que hacía
era bueno y todo lo que decía era aceptado incondicionalmente.
La característica
principal de un líder es que hace que los demás lo sigan y en esto fue un
verdadero maestro, pues sus seguidores se multiplicaban no aritmética sino geométricamente de allí que, aunque el tiempo produce desgaste, siempre ganó las contiendas políticas
sin apremios ni presiones. No creó palabras nuevas pero usó muchas desconocidas
que sus adeptos repetían haciéndolas populares, tanto que las dicen por igual
camaradas y antagonistas. Su estilo pueblerino y su lenguaje coloquial lo hizo
muy cercano a los "pata en el suelo", ganando la admiración y el reconocimiento
de quienes ahora se sentían tenidos en cuenta y habían encontrado un paladín
defensor de sus angustias y frustraciones. Escuché y participé de muchas
conversaciones de personas, sobre todo de la tercera edad, y todas reconocían que
jamás alcanzaron en épocas pasadas lo que en este momento disfrutaban, como me decía
una matrona próxima a celebrar sus ochenta, estrenando una casa que el
gobierno le había adjudicado “yo no sabía
que el petróleo era nuestro y que podía disfrutarlo”.
Viendo al
pueblo desbordado, creando verdaderos ríos humanos, soportando la inclemencia
del clima, horas de colas interminables, pasando todos los malestares y
soportando todas las contingencias para darte la ultima y fugaz despedida, solo puedo concluir
que te admiraron, te amaron y lo que hiciste por ellos no podrá cambiarlo ni la
historia, ni la negación de la realidad, ni la desvirtuacion de la verdad. Paz
a sus restos comandante.
Por el
pastor: Fernando Zuleta V.