lunes, 20 de octubre de 2014

LA LIBERACION FINAL




El hombre conquistara la libertad en la medida en que use sus capacidades para el beneficio de sus congéneres, cuando sus pensamientos e ideas estén encaminados en hacer el bien a sus semejantes habrá escalado la cumbre más elevada, por cuanto  ha logrado despojarse  del egoísmo enfermizo que lo ha mantenido prisionero en toda su existencia.

No existe libertad externa mientras se es prisionero de ideas de subyugación de la humanidad, el hombre es libre cuando quita los cerrojos y  abre las compuertas para que escapen las intenciones que lo han inclinado a someter a las personas, la libertad individual se manifestara en todo su esplendor, cuando  con todas las fuerzas y capacidades lleve  a la práctica todo lo necesario para hacer libres a los que nos  circundan, no hay libertad individual sin libertad colectiva, porque quien hace lo que quiera sin tener en cuenta lo que afecta a otros, no pude considerarse libre, por cuanto es esclavo de sus bajas y desordenadas pasiones. Cualquier cosa que hagamos en detrimento de los demás es un ataque directo a su libertad y nadie puede considerarse libre, si vulnera la libertad ajena.

Solo seremos libres cuando las motivaciones y objetivos tengan como misión servir a nuestros semejantes, el servicio desinteresado es la barrera insalvable que no podrá superar ni el orgullo, ni el egoísmo, allí quedaran aislados en sus muros inexpugnables incapaces de escalar, porque quien hace posible que ellos puedan avanzar, es el mismo hombre que los lleva como pesada carga en su equipaje de malsanas intenciones. La libertad no consiste en hacer lo que quiero, sino en hacer lo que es correcto y bueno  tanto en lo personal como en lo colectivo.

No son las leyes las que nos hacen libres, porque han sido decretadas y establecidas como tales, sino aquellas cosas que practicamos que no están registradas en ningún código  legal institucionalizado y que sin estar obligados a cumplir, forman parte de nuestro modo de comportamiento cotidiano y permanente. No es lo que me forcé la ley a cumplir lo que me hace libre, sino lo que haga sin estar establecido en ella, pero trae beneficio a la humanidad. ¿Qué legislación humana me obliga a dar de comer al hambriento? Si a mi lado el vecino está desempleado, no tiene como adquirir alimento para sus hijos y ellos comienzan a fallecer por inanición, ¿me requerirá algún tribunal de justicia como responsable por no practicar el amor y misericordia con ellos? No aparece en ninguna ley esta obligación moral y espiritual, por lo tanto no existe un juez terrenal que pueda condenarme por la deliberada ignorancia de la tragedia que viven los que me rodean, pero dentro de mi hay una conciencia, que aunque nadie tenga injerencia sobre mis actos desposeídos de misericordia, me acusara como juez implacable por no hacer lo bueno estando en la condición de practicarlo. Ninguna ley te prohíbe hacerlo y ninguna te castiga por no hacerlo, es solo una decisión personal que mostrara con claridad al mundo el individuo que eres.

La práctica de los valores más encumbrados y el disfrute de las cosas excelentes no son obligatorios en ninguna legislación por la perfección, que según el criterio humano ella encarna, seguramente por considerar que estas son cuestiones de decisión  inherentes a la intimidad personal  y contra tales cosas no deben, ni puede haber leyes. La ley es coercitiva, por cuanto ella obliga a su cumplimiento, la ley es dura porque su infracción me acarrea sanciones punitivas, la ley es implacable por cuanto no hace acepción de personas. Así es que su cumplimiento es debido más al temor por las consecuencias derivadas de su infracción, que al deseo de hacer las cosas con rectitud.

La verdadera ley no está escrita en códigos pragmáticos que indican su valor y ordenan el cumplimiento, y así evitar el castigo por infringirla, en este caso el temor aparece como el mecanismo disuasivo que me impulsa a estar de acuerdo con sus postulados y no la disposición genuina de vivir en la legalidad. La ley real esta escrita en la mente y el corazón y obedece a la disposición de ofrecer la ayuda a todo aquel que la necesite, no está ordenado por la legislación terrenal  socorrer al desvalido, pero es obligación moral de todo ser humano extender la mano al necesitado.

El hombre entre más oprima a su prójimo mas barrotes añade a su prisión  espiritual, la libertad no es restrictiva ni elitista para los seres humanos, porque hacer el bien no está limitado, ni reducido a grupos especiales, la libertad encuentra sus límites cuando traspaso los linderos naturales y en su nombre se abusa de la posición que brindan las circunstancias, jocosamente lo podemos ilustrar en la situación que se encontraron dos conductores de vehículos y uno de ellos conducía un pequeño whosvaguen y le dijo al que estaba violentando las normas de tráfico: señor yo llevo la vía, el otro le contesto: si, ¡pero yo llevo la gandola!

Si buscas la libertad para hacer todo lo que apetezcan tus inclinaciones pervertidas, conseguirás las más horrendas prisiones de obscuridad jamás imaginadas, porque no es la liberación de los instintos pecaminosos el camino a la libertad, sino el atajo a la esclavitud total. No es libre quien es dominado por las bajas pasiones, sino quien se enseñorea de ellas y las somete a sus decisiones y gobierno.

Escrito esta: mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad. (pr.16:32)

Por el pastor: Fernando Zuleta V.