El hombre conquistara la libertad
en la medida en que use sus capacidades para el beneficio de sus congéneres,
cuando sus pensamientos e ideas estén encaminados en hacer el bien a sus
semejantes habrá escalado la cumbre más elevada, por cuanto ha logrado despojarse del egoísmo enfermizo que lo ha mantenido
prisionero en toda su existencia.
No existe libertad externa
mientras se es prisionero de ideas de subyugación de la humanidad, el hombre es
libre cuando quita los cerrojos y abre
las compuertas para que escapen las intenciones que lo han inclinado a someter
a las personas, la libertad individual se manifestara en todo su esplendor,
cuando con todas las fuerzas y capacidades
lleve a la práctica todo lo necesario
para hacer libres a los que nos circundan,
no hay libertad individual sin libertad colectiva, porque quien hace lo que
quiera sin tener en cuenta lo que afecta a otros, no pude considerarse libre,
por cuanto es esclavo de sus bajas y desordenadas pasiones. Cualquier cosa que
hagamos en detrimento de los demás es un ataque directo a su libertad y nadie
puede considerarse libre, si vulnera la libertad ajena.
Solo seremos libres cuando las
motivaciones y objetivos tengan como misión servir a nuestros semejantes, el
servicio desinteresado es la barrera insalvable que no podrá superar ni el
orgullo, ni el egoísmo, allí quedaran aislados en sus muros inexpugnables
incapaces de escalar, porque quien hace posible que ellos puedan avanzar, es el
mismo hombre que los lleva como pesada carga en su equipaje de malsanas
intenciones. La libertad no consiste en hacer lo que quiero, sino en hacer lo
que es correcto y bueno tanto en lo
personal como en lo colectivo.
No son las leyes las que nos
hacen libres, porque han sido decretadas y establecidas como tales, sino
aquellas cosas que practicamos que no están registradas en ningún código legal institucionalizado y que sin estar
obligados a cumplir, forman parte de nuestro modo de comportamiento cotidiano y
permanente. No es lo que me forcé la ley a cumplir lo que me hace libre, sino
lo que haga sin estar establecido en ella, pero trae beneficio a la humanidad.
¿Qué legislación humana me obliga a dar de comer al hambriento? Si a mi lado el
vecino está desempleado, no tiene como adquirir alimento para sus hijos y ellos
comienzan a fallecer por inanición, ¿me requerirá algún tribunal de justicia
como responsable por no practicar el amor y misericordia con ellos? No aparece
en ninguna ley esta obligación moral y espiritual, por lo tanto no existe un
juez terrenal que pueda condenarme por la deliberada ignorancia de la tragedia
que viven los que me rodean, pero dentro de mi hay una conciencia, que aunque
nadie tenga injerencia sobre mis actos desposeídos de misericordia, me acusara
como juez implacable por no hacer lo bueno estando en la condición de practicarlo.
Ninguna ley te prohíbe hacerlo y ninguna te castiga por no hacerlo, es solo una
decisión personal que mostrara con claridad al mundo el individuo que eres.
La práctica de los valores más encumbrados
y el disfrute de las cosas excelentes no son obligatorios en ninguna
legislación por la perfección, que según el criterio humano ella encarna,
seguramente por considerar que estas son cuestiones de decisión inherentes a la intimidad personal y contra tales cosas no deben, ni puede haber
leyes. La ley es coercitiva, por cuanto ella obliga a su cumplimiento, la ley
es dura porque su infracción me acarrea sanciones punitivas, la ley es
implacable por cuanto no hace acepción de personas. Así es que su cumplimiento
es debido más al temor por las consecuencias derivadas de su infracción, que al
deseo de hacer las cosas con rectitud.
La verdadera ley no está escrita
en códigos pragmáticos que indican su valor y ordenan el cumplimiento, y así
evitar el castigo por infringirla, en este caso el temor aparece como el
mecanismo disuasivo que me impulsa a estar de acuerdo con sus postulados y no
la disposición genuina de vivir en la legalidad. La ley real esta escrita en la
mente y el corazón y obedece a la disposición de ofrecer la ayuda a todo aquel
que la necesite, no está ordenado por la legislación terrenal socorrer al desvalido, pero es obligación
moral de todo ser humano extender la mano al necesitado.
El hombre entre más oprima a su
prójimo mas barrotes añade a su prisión espiritual, la libertad no es restrictiva ni
elitista para los seres humanos, porque hacer el bien no está limitado, ni
reducido a grupos especiales, la libertad encuentra sus límites cuando traspaso
los linderos naturales y en su nombre se abusa de la posición que brindan las
circunstancias, jocosamente lo podemos ilustrar en la situación que se
encontraron dos conductores de vehículos y uno de ellos conducía un pequeño
whosvaguen y le dijo al que estaba violentando las normas de tráfico: señor yo
llevo la vía, el otro le contesto: si, ¡pero yo llevo la gandola!
Si buscas la libertad para hacer
todo lo que apetezcan tus inclinaciones pervertidas, conseguirás las más
horrendas prisiones de obscuridad jamás imaginadas, porque no es la liberación
de los instintos pecaminosos el camino a la libertad, sino el atajo a la
esclavitud total. No es libre quien es dominado por las bajas pasiones, sino
quien se enseñorea de ellas y las somete a sus decisiones y gobierno.
Escrito esta: mejor es el que
tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el
que toma una ciudad. (pr.16:32)
Por el pastor: Fernando Zuleta V.