miércoles, 28 de octubre de 2015

A MI ME PASA, NO SE, SI A TI.



Cuando vemos las fallas humanas, siempre tenemos el enfoque perfecto de lo que se debiera haberse hecho, para que el resultado fuera el esperado y eso es en todas las esferas y latitudes, solo basta con prestar atención a un comentarista deportivo cuando está haciendo el análisis de alguna jugada en el deporte que sea y ¿cuál es la interpretación que da al explicar por qué no salieron las cosas, como se esperaba en determinada situación? es inevitable que considere los acontecimientos desde el punto de vista externo, dándole el mote de falla técnica o desde el interno para atribuírsele a un error mental, cuando la falta se juzga a nivel personal se es mucho más mordaz y crítico, que cuando se hace a nivel colectivo donde se considera otras alternativas.

El asunto es que tenemos ideas muy buenas de cómo deben funcionar las cosas y cuando a otro no le funcionan, conocemos cada una de las causas que originaron el caos o la debacle; estando inmersos en una desastrosa cola vehicular y todo el mundo busca salir del atolladero, el copiloto siempre tiene las mejores opciones y ve las más claras oportunidades, pero con toda certeza cuando él está al mando del vehículo, invariablemente preguntará ¿Qué hago?

Me decía un médico al que le estaba montando un equipo de sonido en su vehículo y al final cuando todo estaba instalado, y no funcionaba: no te preocupes que eso tiene arreglo, puede haber una falla en alguno de sus componentes, complicado es cuando te metes en una barriga y las cosas no te funcionan. Fue algo que me hizo reflexionar, al comparar las dos profesiones y pense para mis adentros, menos mal que estoy metido en un carro y saliendo bien o mal las cosas, los riesgos son pírricos, creo que escogí una buena profesión.

Un águila no puede volar si las condiciones no están dadas, una vez en un zoológico algún defensor de la libertad de los animales le abrió las jaulas a la mayoría de las aves y pájaros en el lugar, entre ellos estaba una enorme águila arpía y esta era el ave más emblemática de las que allí hacían vida, cuando cundió la alarma, todos pensaron de inmediato en ella y la mayoría de los cuidadores y empleados enfilaron sus pasos a la jaula del águila, tenían razón, no estaba allí… todos levantaron la mirada al cielo, tal vez con la esperanza de verla por última vez, pero tampoco se veía haciendo círculos en el aire y tomando altura disfrutando su libertad, preocupados y sin saber que había pasado se dispersaron en abanico por el parque en su búsqueda frenética, solo pasaron unos minutos cuando alguien exclamó ¡allá va! Y como impulsados por el ansia de obtener un premio avanzaron trepidantes para darle alcance y capturarla, pero al contrario de sus perseguidores ella no corría, sino que caminaba lenta y trabajosamente, no fue ninguna odisea apresar de nuevo y devolverla a su antigua prisión. Todos se preguntaron ¿y por qué no escapó volando? La respuesta fue simple: estuvo mucho tiempo solo comiendo y durmiendo sin hacer ejercicio y el sobrepeso le impidió volar.

Se sabe que las aves que vuelan de gran envergadura, para hacerlo se lanzan de buena altura, sea de un alto risco o de un grande árbol o si están en tierra, sin variación tiene que hacer el carreteo hasta alcanzar la fuerza y velocidad suficiente para vencer la gravedad, y así lograr despegar. Leí, no sé dónde, ni cuándo una anécdota de un águila que metieron en una especie de cajón a cielo abierto de unos 3 metros cúbicos, sin tapa superior, allí la alimentaban y todo el que la veía en la prisión preguntaba ¿y porque no escapa si la parte superior está abierta y pasa todo el tiempo sola y sin cuidador? La razón era sencilla: no tenía espacio suficiente para correr y desarrollar la velocidad que necesitaba para alzar vuelo.

Se hacen muchos juicios a priori, sin conocer las causas que originan los hechos y esa es una detestable condición humana que lleva a sacar conclusiones erróneas, nunca debemos minimizar los efectos de las malas acciones, pero tampoco maximizar lo que consideremos equivocaciones, siempre he oído decir: que las apariencias engañan, es un famoso dicho que me parece muy atinado, por ese motivo debemos asegurarnos de que, lo que vemos sea real, porque sin duda se presentarán visiones fantasmales estando cuerdos y espejismos aunque no estemos en el desierto.

Por el pastor: Fernando Zuleta V.



sábado, 24 de octubre de 2015

¿TIENES CICATRICES O HUELLAS?


"Las cicatrices son el rastro de las heridas, las huellas son las marcas de las conquistas"


Siempre encontramos palabras que definen hechos, que aunque se parezcan, son en su totalidad opuestos, aquí trataremos de mostrar la diferencia entre cicatrices y huellas, con seguridad para muchos son sinónimos, pero una evaluación de ellas nos demuestra lo antagónicas que son.

Las cicatrices son el resultado que han dejado las heridas, las huellas vienen como consecuencia de etapas superadas, una cicatriz siempre nos recordara momentos de dolor, una huella por el contrario manifestara la alegría de las metas conquistadas.

Las cicatrices son consecuencia de agresiones que han desgarrado el cuerpo o el alma. Las huellas son el resultado de haber vencido obstáculos y como resultado edifican el espíritu


Las cicatrices son el recuerdo permanente de ataques y humillaciones, las huellas son la consecuencia de haber superado pasiones desordenadas.

La cicatriz trae resentimiento y odio, la huella perdón y amor, quien causa heridas deja una estela de amargura, las huellas dejan la marca indeleble de la dulzura del carácter.

Las cicatrices son obras del enemigo, que quiere infringir el máximo daño a su contrincante, en la contraparte, las huellas las dejan quienes quieren lo mejor para nosotros.

Una cicatriz es el resultado de la devastación causada por un enemigo mortal, una huella es el significado de las buenas acciones que hicieron a nuestro favor aquellos que nos aman.

La cicatriz es una marca indeleble que las zarpas de la miseria hacen sobre las vidas de otros, la huella es la muestra imborrable que queda estampada en el espíritu y el alma de las acciones que condujeron a la superación.

La cicatriz envilece, la huella enaltece

La cicatriz muestra los crueles arañazos de garras destructivas, la huella enseña la acción de manos piadosas en el desarrollo del carácter.

La cicatriz es hecha por garfios que horadando la piel la desgarran sin piedad, ni contemplación y su único objetivo de destruir, la huella es la representación que nos marca la vida y permanece para siempre y su finalidad es hacer individuos de bien.

Las cicatrices las ocasiona la maldad y las huellas las hace la bondad, finalmente puedo asegurar que las cicatrices en la humanidad son obra de satanás, pero Jesucristo con sus huellas vino a deshacer toda obra del maligno, por lo demás toda cicatriz por profunda u horrenda que sea puede ser desaparecida por las huellas de amor del Señor Jesucristo ¿qué prefieres, tener cicatrices o huellas? ¡Tú decides!

Por el pastor: Fernando Zuleta V.













sábado, 17 de octubre de 2015

¿SOMOS MERECEDORES DE LO BUENO?



“Si obtuviéramos lo que merecemos, con seguridad viviríamos en la turbulencia de un mar en tempestad” 

Los seres humanos tenemos el horrible defecto de ser indulgentes y blandengues a la hora de ver nuestras propias carencias, pero somos extremadamente severos y críticos al juzgar los errores y equivocaciones ajenas.

Siempre se recurre al viejo proverbio que reza: equivocarnos es humano y el perdón es divino; de esta manera nos blindamos para recurrir sin tapujos a la detestable auto-conmiseración y así conseguir la benévola compasión de nuestros congéneres, logrando que suavicen y justifiquen todo aquello en que incurrimos al cometer errores y faltas.

Como individuos todo lo que hacemos tiene alguna justificación personal, pero lo que hace el del lado es injustificable, y ni siquiera es considerada la circunstancia en que ocurrieron los hechos. Ese es uno de los lados oscuros que tenemos es inherente a nuestra personalidad y muy pocos individuos logran deslastrarse de tan oprobiosa condición, bueno lo digo porque no conozco a nadie incluyéndome, que sea tan probo y este por encima de tan deleznable defecto.

Parece que este comportamiento está asociado con el narciso que todos llevamos por dentro y no con amarnos así mismo que es un mandato divino, lo primero es una enfermedad del espíritu, amalgamada con otras tendencias insanas que da origen a la propensión al amor enfermizo de la auto-compasión, lo segundo tiene que ver con la necesidad de tenernos aprecio y valorar los dones que el mismo Dios nos ha otorgado, para el disfrute personal y gloria del Creador. 

Cuando lo que hacemos es erróneo siempre esperamos minimizar ante los demás sus consecuencias, cuando lo hace el vecino por regla general lo magnificamos, no tenemos el mismo rasero, sino que usamos el oprobioso ventajismo a nuestro favor, en consecuencia esperamos magnanimidad ante los desaciertos propios y juicio extremo ante los errores de los demás. En otras palabras la gente debe de ser recíproca y entenderme, porque todos nos equivocamos, pero en lo personal no estoy obligado a tener empatía y comprensión con los desmanes ajenos.

El conglomerado popular lo llama con sabiduría la ley del embudo y lo explican con acierto al decir: le gusta lo ancho para él y lo estrecho para los demás. Estamos condicionados por la aversión que tenemos a reconocer fallas y errores personales y jamás queremos que nuestra imagen se deteriore, porque la idea es que todos tengan buena opinión nuestra, algo imposible humanamente hablando, ni Dios mismo con su infinita sabiduría ha logrado que todos los hombres lo acepten para su propio bien y eterna salvación.

Nunca esperes que justificando tus fallas lograras buena opinión ajena, es más probable que tengas buena calificación si te muestras como en realidad eres, la gente se identifica más con quien tenga parecido y afinidad y no con extraterrestres.

Así lo expresa la Palabra de Dios: Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero Jehová pesa los espíritus.(pr. 16:2)

Por el pastor: Fernando Zuleta V. 

jueves, 15 de octubre de 2015

¿PERSISTENTE O TERCO, DE QUE LADO ESTAS?




“La persistencia es la madre del éxito y la terquedad es la madre del fracaso"


La diferencia entre persistir y ser terco, es como la que existe entre la luz y la oscuridad, pues son antagónicos, aunque pueden parecerse como el trigo y la cizaña, porque el persistente insiste hasta alcanzar objetivos, mientras el terco, se resiste ante las utopías y las quimeras. El primero es visionario, el otro es iluso.


Un ser persistente ve en el horizonte el cumplimiento de sus sueños, un terco carece de la visión en su empecinamiento.


La persistencia transita el camino de las dificultades y las vence hasta alcanzar el objetivo, la terquedad se amalgama con los obstáculos y es absorbido y maniatado por ellos impidiéndole lograr algún propósito.


El persistente tiene un mapa que lo guía por el camino y se resiste a tomar atajos que le faciliten su conquista, el terco va a la deriva sin brújula ni timón y cuando encuentra un sendero no duda en transitar por el, aunque no conozca su final.


La persistencia tiene su premio en alcanzar metas trazadas y establecidas, la terquedad tiene su paga al ser reducido a la inoperancia y la impotencia. Un hombre persistente llega al cumplimiento de sus anhelos con la satisfacción del objetivo alcanzado, un ser terco malgasta su tiempo, recursos y energía y es coronado por la infelicidad y la amargura.


La persistencia encuentra en el trabajo concienzudo y permanente sus aliados para el triunfo, mientras la terquedad es el resultado del menosprecio a la sensatez y la humildad y su final es el caos y la angustia.


Un ser persistente mantendrá una sonrisa que lo identifica como ganador, un ser terco tendrá un rictus de angustia que lo señala como perdedor.


El persistente tiene iluminado el camino por los destellos de luz de cada paso dado en la certidumbre, el terco no puede ver, porque anda en la zozobra por un túnel a oscuras y sin final


La persistencia tiene bases sólidas para buscar el cumplimiento de sus metas, la terquedad se sustenta en las arenas movedizas que producen los sentimientos. Un hombre perseverante tiene la certeza de vencer las dificultades y alcanzar la realización de sus sueños, un hombre terco encuentra enemigos invisibles que le hacen tirar golpes al aire sin dirección, ni sentido.


La perseverancia manifiesta la fuerza del espíritu, mientras la terquedad entraña la contumacia del carácter. La perseverancia se abre a las posibilidades y la terquedad se cierra ante ellas.


Con la perseverancia obtenemos las llaves para abrir las puertas del triunfo y con la terquedad conseguimos mantener cerrados los cerrojos para alcanzar el éxito.


Por el pastor: Fernando Zuleta V.








































lunes, 12 de octubre de 2015

PAPA Y MAMA A LA VEZ, UNO DE LOS MAYORES FRAUDES CONTEMPORÁNEOS



Quien acuño esta frase no se le puede negar el éxito que produjo su deducción eufemística, porque no se puede ignorar que ha tenido resonancia y con mucho fervor  se usa para magnificar la dura tarea de las féminas de tener que criar hijos  sin el concurso de un varón, pero es indudable que carece de la esencia vital del realismo.

El hogar fue establecido bajo la premisa de la unión legal de un varón y una hembra, con el propósito de que ambos participaran activamente en la conformación de la familia, donde por razones de elemental lógica, los hijos completan ese núcleo, que no estaría en su totalidad construido, si por una u otra causa ellos no aparecieran en el horizonte de las vidas de la pareja.

Esto está establecido en un plano natural, donde la creación de nuevas vidas, es imposible sin el aporte decisivo de cada género, la ciencia puede  iniciar vidas en laboratorios, usando probetas, fecundación en vitro, vientres artificiales, alquilados, prestados, comprados o cedidos, pero no podrá jamás, convertir al ser humano en hermafrodita y lograr que de un solo género se obtenga vida, siempre necesitara del aporte femenino y  del masculino.

En esa misma situación se encuentra la familia, nunca podrá tener hijos  sanos y equilibrados tanto en lo emocional como espiritual, si adolece de la figura de uno de los dos, porque el varón es el complemento de la mujer y la mujer el complemento del varón, de manera que totalmente espurio asegurar que se es padre y madre a la vez.

Hoy en día con la llamada liberación femenina, cantidades de mujeres que han sido exitosas en sus carreras y actividades, han optado por usar al varón solo como  un recurso para tener hijos, creyendo  que el poder financiero les otorga todas las armas para prescindir de la figura paterna  en la corresponsabilidad de criarlos, sin tener en cuenta el pequeño detalle que aquí no tiene que ver los recursos económicos, sino la presencia paterna para establecer equilibrio  en la balanza, porque aunque parezca extraño, este equilibrio no está en el centro, sino en los lados, y al faltar el contrapeso se inclinara ominosamente a uno solo.

La norma divina establece un hogar, donde la figura materna y la paterna son copartícipes del funcionamiento idóneo de la familia y aunque eventualmente por circunstancias imprevistas no esté presente alguno de los dos, puede ser suplantado, pero jamás reemplazado. Debe de ser porque los lasos y nexos de consanguinidad nunca podrán ser sustituidos y la herencia jamás podrá ser relevada bajo ningún concepto humano, técnico o científico
.
Desde el punto de vista humano se pueden tejer todas las hipótesis posibles o crear innumerables teorías para matizar y desproveer de la realidad a los hogares disfuncionales, haciéndole creer a los ingenuos que no es imprescindible la pareja en el hogar y que por ende se puede ser padre y madre a la vez si falta el varón o madre y padre si falta la hembra, cuando la verdad verdadera  es que ninguno de los dos puede sustituir al otro, porque somos complementos el uno del otro, no reemplazos.

En el aspecto espiritual, todos podemos tener un mismo Padre y de esa manera vencer los obstáculos derivados de una  paternidad irresponsable, como está escrito: más a todos los que le recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad  de ser hechos hijos de Dios. Éstos no nacieron  de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios.(Jn.1:12-13).

Esto es lo que se llama el nuevo nacimiento y aunque mi padre y mi madre me dejen, con todo, Jehová me recogerá.(sal.27:10).


Por el pastor: Fernando Zuleta V.